Agradecimiento Occidental
Aquel primer bocado al rollito me supo increíble. Fue en aquel momento cuando reparé en lo que vendría después; unos ricos fideos chinos con ternera y más ternera con curri. Todo este banquete por 5,50 en un precioso restaurante cuya decoración me resultaba familiar, como de haberla visto en algún otro sitio
Fuera, el barrio de El Pozo, lucía orgulloso un ambiente de dinamismo digno que cualquier viernes. Los niños salían corriendo del colegio, impacientes por llegar a casa e hincharse de televisión o consola. Los adolescentes, sentados en los escalones de los portales adyancentes, tontean con el tabaco mientras comienzan a ensayar sus primeros rituales de apareamiento. Todo esto podría haber distraído mi atención por aquel menú, pero no fue así. Lejos de perder la concentración, lo que creció en mi fue un sentimiento de agradecimiento. Por un precio de otro tiempo, tenía derecho a engullir tres magníficos platos, tanto en tamaño como en sabor, una bebida y un postre. El beneficio no acaba aquí, sino que me están regalando una magnifica digestión, una comida baja en calorías y un servicio tan afable como el prestado a un asiduo cliente del Ritz. Apenas tuve que esperar entre plato y plato, el café era bueno y fue testigo de cómo alguien que apenas entiende nuestra lengua, puede llegar a repetir agrupados por clases todos y cada uno de los platos de una mesa de cinco comensales, mientras anota en una libreta con la rapidez que caracteriza a las taquígrafas del senado. En fin, mucha gente puede desconfiar de las calidades de estos restaurantes e incluso no comulgar con su sabor, pero lo que nadie me puede negar es que da gusto comer en un chino.
2 comentarios
hellboy -
Ike Janacek -
¿Has oido hablar del "sindrome del restaurante chino"? es la pesadez de estómago que da el abuso de glutamatos.
Joer, aún asi me ha entrado hambre al leerte. :)