Del espíritu al entierro navideño
Lejos quedan esos tiempos en los que la gente salía a la calle con panderetas y zambombas a festejar la navidad [¿Eso ha sido un petardo? Sí, es que ha metido gol el Madrid. Ah! creía]. Hoy, el simple hecho de que algún pícaro chaval pida el aguinaldo, ya es motivo de malestar y de miedo al timo. Una sociedad moderna, fruto de las prisas y del interés propio, convive a la perfección con la programación televisiva y el alumbrado de las calles. Unas fiestas aprovechadas para los viajes de esquí y los veranos de Sudamérica, hacen la competencia a las aburridas cenas de navidad frente a los especiales con Los Morancos. Gambas canadienses, salmón noruego y cordero seco es lo que nos espera en los mercados al precio de las antiguas angulas. Centros comerciales que recuerdan a repletos estadios de fútbol y simpáticos comerciales siempre dispuestos a enriquecerse gracias a nuestra nueva moneda. Juguetes sexistas, colonias para engañar a nuestros instintos y recopilatorios musicales comodín del regalo, inundan esos interminables anuncios mientras 'El milagro de la navidad' o un 'Santa Claus' de serie B nos come el coco con esos mensajes de paz y amor. La sociedad ha evolucionado y ha conservado lo más detestable de estas fiestas. Las bonitas postales de navidad dejan paso a los SMS y las teleoperadoras se enriquecen con esas primeras llamadas del año. Nosotros mientras, a escuchar ese mensaje de saturación de la red. Cena de empresa de 50 [que amigos somos todos. Cuanto nos queremos], la cesta con la piña en almíbar y la codorniz, las loterías de aquí y de allá y las botellas de vino barato de los proveedores. Una vida que recuerda al Brazil de Terry Gilliam o a la gran Metropolis de Fritz Lang. Que felices somos en esta, nuestra Simulación... p s i c o t i k b l o g . h e l l b o y
1 comentario
RaCkPRoJeCt ! -
Mmmmm.... a que me suena eso??